jueves, 24 de noviembre de 2011




Local

Piura
24.11.2011

Piden celeridad y ayuda para encontrarla
Quieren saber quiénes llamaron a profesora antes de desaparecer
La manifestación llenaba toda una cuadra.
-Me dijo mamá ya regreso, me voy porque un señor me va a pagar. Pero no volvió.
Las hawaianas desgastadas buscando a Cristina, la llevan hoy por la avenida Grau. Un sol rabioso le quema la coronilla, en el día 13 de búsqueda. Luisa, de vestido rosa, pantalón canela, fortaleza de 84 junios, interrumpió sus viajes sin rumbo entre La Arena y Sechura, cambió el bastón de madera por uno de metal y ahora avanza al frente de cientos de maestros, agricultores y vecinos del Bajo Piura, con carteles que dicen “Unidos busquemos a Cristina”, o “Fiscalía y Policía cumplan su papel”.
Junto a un grupo de autoridades de La Arena, acaba de ser recibida por la alcaldesa de Piura, Ruby Rodríguez, quien les ofreció ayuda como representante provincial de seguridad ciudadana. Ahora Luisa ingresa tambaleante al Palacio de Justicia y el jefe de Control Interno de la Corte Superior, Hernán Ruiz Arias, se solidariza con la familia y dice estar en desacuerdo con que, a trece días de la desaparición, no se haya levantado aún ni el secreto bancario, ni el de las comunicaciones de la desaparecida. Aunque el celular Movistar 969 961230 con el que Cristina y una colega del Colegio 14121 hablaron después de las 8:00 a.m. del 10 de noviembre, desapareció con su dueña ese día, Auspicia Arévalo tiene la esperanza de que con la ayuda de Telefónica, se pueda saber quiénes son las últimas personas que hablaron con su hermana minutos antes de que el aparato fuera apagado y ella desapareciera. Ahora si uno llama al número de Cristina, la respuesta es “puedes dejar tu mensaje en la casilla de voz”. “El juez Ruiz nos ha ofrecido apoyo y recibirnos cada vez que vengamos, así como pedir al Ministerio Público agilice la investigación”, dice Auspicia al salir de la reunión de una comisión de manifestantes con el jefe de Odecma. A ella le preocupa una extraña coincidencia. El año pasado Cristina recibió llamadas de un delincuente que amenazaba con causarle daño a la última de sus hijas, Anelice Katicsa. Cuando denunció en la Divincri, le aconsejaron que siga su vida normal, porque las llamadas salían desde el penal. No hubo mayores resultados. Casi un año después, la maestra y prestamista desapareció coincidentemente un día antes del cumpleaños número 20, de esa misma hija. “Si obtuviéramos los audios, sabríamos qué le dijeron o les dijo mi hermana ese día que desapareció”, concluye la hermana. “Mami, dónde estás. Te busco y no te encuentro madre. Dónde te fuiste. Por favor, regresa”, había llorado Anelice momentos antes en la Plaza de Armas.
María Luisa Flores suspendió ayer la búsqueda y encabezó una emotiva movilización para pedir ayuda económica y con efectivos policiales, buscar a su hija.
-He venido a pedirles que me ayuden a buscar a mi María Cristina.
Como hermana (Auspicia Arévalo), expreso mi respeto a los detectives de la Divincri que hasta en día de franco, sábado, domingo, lunes nos ayudaron y acompañaron a las diligencias en La Arena, La Unión y San Clemente. Ellos armaron el expediente y el lunes 14, rapidito lo enviaron a la Segunda Fiscalía del jirón Callao.
El expediente lo tomó la doctora Narvaez. Ella lo envió rápido ese mismo día y me dijo que vaya el martes muy temprano, porque iba asignarle a un fiscal. Pero fue mi hermana y le dice que la fiscal encargada era Lorena Jiménez Navarrete. Cuando mi hermana se entrevista con esta fiscal asignada, le dijo que le dé dos días para leer el caso. Al cabo de ese plazo, nos enteramos con tristeza, que “se lavó las manos” y derivó todo al Fiscal de Catacaos. Felizmente, allá el fiscal Huancas ya pidió al Poder Judicial el levantamiento del secreto bancario y telefónico, según nos dijo después el presidente de la Junta de Fiscales Superiores, Guillermo Castañeda, en el Ministerio Público de la avenida Sánchez Cerro, el penúltimo lugar donde se apostaron los asistentes a la marcha.

Como hermana también pido a las personas que le deben a mi hermana, que reflexionen. Ya sabemos quiénes son. Aunque ahora ella esté desaparecida, sabemos que son más de diez maestros. Ya les van a pagar sus sueldos y aguinaldos. Acérquense a su esposo o a mi madre y páguenles, porque lo estamos necesitando. Ella cuando podía servirles, les servía y hasta los esperaba. Ahora ella los necesita. Necesita que -a través de su esposo y sus hijas- le cumplan (paguen), porque todos los días gastamos en combustible, agua y comida para salir a buscarla.

-Yo soy la madre de Cristina, la profesora desaparecida.

Así se refieren a mí quienes me han visto esta mañana (ayer) en los quioscos en la portada del periódico y también me vieron pasar con mi bastón delante de cientos de personas por las calles y plazas de Piura, y entrando a conversar con el juez, el fiscal y el coronel jefe de la Divincri. Ojalá me ayuden a saber qué pasó con mi quinta hija. Ya son trece días sin verla. Con banda de músicos, con megáfonos y carteles, tanta gente ha venido a ayudarme a gritar mi tristeza. Algo de ayuda me han ofrecido quienes nos abrieron sus oficinas. Pero nada de eso me quita este dolor. Uno tan grande que no sentía desde que nací en 1920. Por favor, avísenme si ven a mi María Cristina.

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