domingo, 18 de octubre de 2015

SEÑOR DE LOS MILAGROS AYÚDANOS A SERVIR CON AMOR A LOS HERMANOS, CUIDA Y BENDICE A LA FAMILIA
Domingo, 18 octubre 2015
Magazine Norteño
Monseñor José Antonio Eguren, S.C.V., Arzobispo Metropolitano de Piura, presidió la Santa Misa que se celebró a las 7 de la mañana en el atrio de la Basílica Catedral de nuestra ciudad, ante centenares de devotos que asistieron a participar de la primera procesión de la venerada imagen del Señor de los Milagros por las principales calles de nuestra Ciudad. La Santa Misa fue concelebrada por numerosos sacerdotes de la Arquidiócesis.
Quien no vive para servir no sirve para vivir
Reflexionando en el mensaje del evangelio, nuestro Arzobispo mencionó: “En el Evangelio de hoy (ver Mc 10, 35-45), Santiago y Juan, los hijos de Zebedeo, le manifiestan al Señor una ambición humana: sentarse uno a la derecha y el otro a la izquierda en el reino de Jesús, un reino que ellos conciben como terreno, lleno de gloria y de poder. Sentarse a la derecha y a la izquierda era pedirle a Jesús los lugares principales, de mayor honor y poder. Los otros diez apóstoles no estaban tampoco libres de esa ambición porque el Evangelio nos dice que al oír este pedido empezaron a indignarse contra Santiago y Juan y a disputar entre sí. En ellos la ambición era más fuerte que la amistad y generaba división y rencillas entre ellos”.
“Jesús – continuó Monseñor José Antonio – les explica que esta petición está fuera de lugar en la vida de un discípulo suyo porque lo que un cristiano debe “ambicionar” es beber su cáliz y ser bautizado con el bautismo con el cual Él iba a ser bautizado, es decir, lo que debemos ambicionar es la cruz, es hacer de la vida una vida de amor, de entrega y de servicio a los demás. Es estar dispuesto a dar la vida por los hermanos (1 Jn 3, 16), porque quien no vive para servir no sirve para vivir. Lo que da sentido a la vida, la llena de luz y de felicidad es el amor hecho servicio. Es esto lo que el Señor de los Milagros desde su trono, que es la Cruz, nos enseña con el ejemplo de su propia vida entregada hasta el extremo por nosotros. Por eso nos ha dicho hoy: “Los grandes los oprimen. Vosotros nada de eso: el que quiera ser grande, que se haga servidor de todos; y el que quiera ser primero, sea esclavo de todos. Porque el Hijo del hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate por todos”.
“Por eso esta mañana le pedimos al Señor de los Milagros: Ayúdanos a comprender que para ser “grandes”, para realmente ser importantes debemos ser como Tú, el último de todos, el servidor de todos. Que la verdadera felicidad está en servir a los demás, no en servirnos de los demás”.
“Señor de los Milagros, ayúdanos a entender tu lógica, una lógica totalmente opuesta a la del mundo, que nos anuncia que la vida auténtica se vive en el compromiso concreto con el prójimo, es decir sirviendo, porque es en el servicio donde el amor se hace concreto”.
“Señor de los Milagros, ayúdanos a comprender que servir es cuidar a los frágiles de nuestra familia, de nuestra sociedad, de nuestro pueblo, como son entre otros los niños por nacer amenazados por el aborto, los adolescentes y los jóvenes, los ancianos y los enfermos; los discapacitados, los presos, los desempleados, las víctimas de la trata de personas, del alcohol y la droga; los niños obligados al trabajo infantil, el despreciado, el esclavo de su dinero, de su poder o de su placer. Porque como nos enseña el Papa, el servicio siempre mira el rostro concreto del hermano, toca su carne, siente su cercanía, padece su sufrimiento y busca la promoción del hermano”.
“Señor de los Milagros, ayúdanos a servir a la dignidad de nuestros hermanos, a luchar por la dignidad de nuestros hermanos a vivir para la dignidad de nuestros hermanos. Ayúdanos a hacernos cargo los unos de los otros por amor, porque la grandeza de un pueblo, como nos enseña el Papa Francisco, siempre depende de cuán grande sea su servicio a los hermanos frágiles”.